viernes, 18 de mayo de 2007

Merry-go-round

Hace ocho años que no vuelo y más de nueve que no salgo al espacio a cazar estrellas. Yo no soy más grande que antes, lo juro, lo que pasa es que todo es más pequeño. La marca que hice en la pared a los ocho años me llega por la cintura, pero yo no he crecido, es la casa la que ha encogido. Alguien metió al mundo en una lavadora gigante y se olvidó de meterme a mí también. Y por su culpa no puedo volver a volar como antes.



Sólo tenía que subir unas escaleritas. Subía las dos primeras con decisión, la tercera con miedo y al llegar a la cuarta me agarraba a la barandilla. Y volaba, volaba… Sobrevolaba los campos de espigas intentando acabar con ellas porque eran las culpables de que tuviese los ojos rojos e hinchados.

Después, montaba en el cohete. Todos los niños querían montar en él porque se elevaba hasta el techo del tiovivo y salía por un agujero, más arriba todavía. Pero yo subía más y más: hasta las estrellas. Ellas siempre eran más rápidas que yo y se escapaban cuando intentaba atraparlas con un cazamariposas. Hasta que un día logré atrapar una de ellas que estaba distraída mirando a la luna, la metí en mi bolsillo y bajé con mi cohete otra vez a la Tierra. Corrí a enseñarle la estrella a mi madre, pero cuando metí la mano en el bolsillo ya no estaba.
Esa fue la última vez que monté en mi nave espacial.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Starving

Miércoles, 12 y media de la mañana. Cuatro alumnas escuchan atentamente a su profesora de Literatura Universal que está leyendo un fragmento de “Cumbres Borrascosas”. La profesora hace una breve pausa y... se oye un sonido estridente. Ante tal alboroto la profesora pregunta:

- Allegra, ¿eso han sido tus tripas o las cañerías?

domingo, 13 de mayo de 2007

Si no lo creo no lo veo

Nunca he creído en la magia, en lo que no se puede comprobar. Pero a veces suceden cosas inexplicables que hacen que te plantees lo que antes te negabas a pensar.
Hoy me han echado las cartas. Ha acertado en todo (o en casi todo).

He pasado toda la mañana en Madrid con mi ex que cada 3x2 deja de ser mi ex para convertirse otra vez en mi novia. Una de sus amigas, a la que he conocido por primera vez, se dedica en su tiempo libre a “recordar el pasado de las personas”, “contar lo que les está sucediendo ahora” y “predecir lo que les ocurrirá”.
La verdad es que al principio me lo he tomado a cachondeo. Los videntes siempre me han parecido unos farsantes. Pero entonces lo dijo: adivinó que cuando era pequeña casi me ahogo en el mar, que tenía un muñeco del que nunca me separaba y que cuando en el colegio el profesor de gimnasia mandó que las chicas nos pusiéramos en una fila para saltar a la comba y los chicos en otra para jugar al fútbol, yo me separé de la fila de las chicas en un acto de rebeldía y me castigó sin recreo (lo ha adivinado con menos detalles pero en esencia la situación que me ha relatado es la misma).
He tardado bastante en reaccionar. Ni siquiera le había contado esto a mi ex, ¿cómo podía saberlo con tres cartas, un tablerito y dos cristales afilados colgados de una cuerda?
De mi presente ha adivinado que no me llevo bien con mi padre. Ahora sólo falta que se cumpla lo que predijo para el futuro:

Voy a enamorarme de alguien mayor que yo que tiene tatuado algo en lo que no creo en una parte delicada (¿?) de su cuerpo. No me ha dicho si será chico o chica. Además dice que voy a querer tener una relación seria con esa persona pero ella conmigo no. ¿Yo?, ¿relaciones estables? ¡Ja! ¡Eso si que es poco creíble!

Me ha sorprendido muchísimo y me ha hecho dudar. Necesito saber por qué lo sabe. Yo, que ni siquiera de pequeña creía en los cuentos de hadas, aunque me encantasen, ¿cómo voy a creer a estas alturas en la magia?

sábado, 12 de mayo de 2007

Odio

10 cosas que odio:

1. Cuando estoy estudiando y un mosquito da vueltas alrededor de mi flexo, choca contra la bombilla y se espachurra en mis apuntes dejando un líquido amarillento.
2. No poder salir todos los fines de semana por Madrid.
3. El whisky y el ron.
4. Levantarme después de haberme echado la siesta y oír voces o ruidos. Hacen que me duela la cabeza.
5. No darme cuenta de que tenía que haberme bajado del autobús/metro dos paradas antes.
6. Mojar las galletas en la leche, que se deshagan y se caigan en el vaso.
7. Tener que esconderme y ser descubierta.
8. La sensación de ansiedad, el agobio, asfixiarme, el estrés.
9. Creerme superior en ocasiones y sentirme inferior la mayoría del tiempo.
10. Volver a tocar el piano después de un año y tener la sensación de que ni él ni yo somos los mismos.

martes, 1 de mayo de 2007

El post más coñazo del mundo.

Me llama la atención la manía que tiene la gente (yo incluida) de llevar todo al extremo. Por ejemplo, cada invierno escuchamos en la televisión aquello de: "Ha sido la mayor nevada que se recuerda", cada verano dicen que "es el verano más caluroso desde hace diez años" o que "los niveles del pantano patatín son los más bajos desde 1996".
Cuando voy de viaje, las guías (no sé por qué suelen ser siempre mujeres) me cuentan que ese monumento es el más antiguo o que el cuadro de ese museo es el único que se conserva de tal pintor.
Parece que nos interesa especialmente saber quién es la persona más rica del mundo,



la película más cara de la historia



o saber cómo es la persona más gorda del mundo



Nos gusta la exclusividad, lo que es único y, aunque no lo sea, nosotros lo convertimos en algo exclusivo.
Después de soltar el mayor coñazo que nunca he escrito (o si) me voy a la camita. Creo que nunca he tenido tanto sueño como hoy.